Selma Lagerlöf (Mårbacka, Suecia, 1858 – 1940) fue la primera mujer a quien se concedió el Premio Nobel de Literatura, en 1909, «en reconocimiento del elevado idealismo, vívida imaginación y percepción espiritual que caracteriza su obra». Había sido nominada cinco veces con anterioridad, y en todas se había opuesto a que se le concediera el galardón el propio secretario del comité del prestigioso premio… a causa de su género.
La Academia describió su obra como «profundamente enraizada en los cuentos, leyendas e historias populares de su región natal de Värmland (Suecia). También señaló que su primera novela, La Saga de Gösta Berling, «rompió con el realismo y el naturalismo predominantes en la época con una vívida imaginación», que no le impidió «hacer descripciones realistas de las circunstancias sociales, ideas y vidas de la gente».
Como en el caso de nuestra Emilia Pardo Bazán, nos encontramos no solo ante una gran escritora, sino también ante una innovadora que hizo evolucionar la literatura de la época.
Selma Lagerlöf fue mucho más aún: profundamente feminista, vivió siempre como mujer independiente, primero gracias a su trabajo como maestra y, posteriormente, de la escritura. Durante la década de 1920 luchó denodadamente por los derechos de las mujeres, apoyando en particular a las sufragistas de su país, de forma que estas le pidieron que pronunciara su discurso oficial cuando por fin se aprobó el voto femenino en Suecia, en 1919.
Lagerlöf fue también una pacifista convencida que dedicó los últimos años de su vida a ayudar a los escritores y pensadores alemanes a salir del país y luchar contra el nazismo. Muy interesada en la política, no solo describió con inteligencia la sociedad de su tiempo –en particular la rural– sino que también se adentró en el género de la novela política con una historia de ficción ambientada en Sicilia, Los milagros del Anticristo, en la que exploró las ideas socialistas.
Su estilo narrativo difumina los límites entre lo fantástico y la realidad, lo sobrenatural y la crítica social. Su obra más universalmente conocida es El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia, una novela que escribió por encargo del Consejo de Educación de Suecia para dar a conocer la geografía sueca a los niños.
Esta novela superó en todos los sentidos el objetivo que la había hecho nacer, convirtiéndose en un clásico de la literatura universal. Se considera inspirada por los cuentos de Rudyard Kipling y se la suele clasificar dentro de la literatura infantil y juvenil por el propósito para el que se escribió y por la trama principal –esencialmente fantástica– en la que se engarzan las distintas historias. Sin embargo, la profundidad de los personajes, la complejidad con la que se tratan las relaciones entre ellos, y la avanzada visión ecológica con la que se describe la naturaleza hace de esta obra algo más que un cuento infantil.
De hecho, el filósofo Karl Popper fue un gran admirador de este libro, que confesaba haber releído al menos una vez al año a lo largo de toda su vida. También Konrad Lorenz, zoólogo austriaco considerado el fundador de la etología moderna, se reconoció muy influido por esta extraordinaria novela de Lagerlöf.
En LíbereLetras queremos contribuir a reivindicar el carácter excepcional y la profunda visión filosófica y ecológica que transmite esta obra proponiendo uno de sus fragmentos más reveladores y conmovedores.
Información tomada de Wikipedia, de la página oficial de la Academia Sueca del Premio Nobel y de la Selma Lagerlöf Society.
Fotografía de Av Aron Jonason – United States Library of Congress’s Prints and Photographs. © Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2860231.