Pedro Andreu nació en Palma de Mallorca en 1976 y murió en Inca (Mallorca) en junio de 2023, a los 46 años, tras una batalla de dos años contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
Comenzó su andadura literaria en 1995 colaborando en la creación y dirección de la revista universitaria El arte de marear, mientras cursaba estudios de Filología Hispánica en la Universitat de les Illes Balears (posteriormente obtendría una licenciatura en Humanidades por la UNED).
En 1998 se integra en el Colectivo Comerciantes de Nubes, editor de la revista Les màquines de Leonardo (los números titulados Poesía (1998) y De amor, anemia y cambalache (2002), se dedican a su obra). En 1998 queda asimismo finalista del Primer Concurso Internacional de Poesía Joven Antonio Carvajal, que organiza la editorial Hiperión. Durante esos primeros años de descubrimiento literario colabora asiduamente con distintas revistas literarias, firmando a veces con los seudónimos Travis Ortega o Diosnel Saldívar.
En 2001 obtiene el XII Premio Nacional de Poesía Blas de Otero con su primer poemario, Partida entre canallas, que es publicado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Ya desde esta primera obra publicada, la poética de Andreu destaca por abordar ámbitos y crear atmósferas que suelen asociarse con la novela negra o el realismo sucio, lo que se suma a un innovador sentido de la lírica.
Estas tendencias se afianzaron en sus obras subsiguientes. Su segundo poemario, Anatomía de un ángel hembra, fue publicado en 2008 por Casa Abierta Editorial (que contribuye a fundar) y en 2016 por Frida Ediciones. Seguirán El frío (Sloper, 2010, VII Premio Café Mon) y Alquiler a las afueras (La Baragaña, 2014). Con Laura y el sistema (Alsari, 2014) y La amplitud de una nevera americana (Frida, 2015) Andreu añade a su paleta básica la vena política, que seguirá presente hasta el final, junto con su acerada visión de lo social. Con Alas calibre 38 (Mueve tu lengua, 2018) y Nunca besarás a una cheroquee (Versátiles, 2022) incorpora a la paleta el polvo americano y su iconografía inconfundible. En Nadie sabe cantar como Amy Winehouse (Mueve tu lengua, 2023), el poeta integra plenamente a su obra el universo de lo pop. Finalmente, en 2024 la editorial Mueve tu lengua publica a título póstumo su último poemario, Punto de no retorno a Pedro Andreu, escrito desde el momento de su diagnóstico de ELA hasta días antes de su fallecimiento el 20 de junio de 2023.
Completan la obra de Pedro Andreu dos novelas, El secadero de iguanas (PortalEditions, 2011, reeditada por Mueve tu lengua, 2016), de fuerte componente medioambiental, galardonada con el I Premio Internacional de Novela Fantástica, y Dátrebil, de talante más experimental. Fue coguionista de la adaptación al cine de la primera y dejó escrito el guion de una miniserie basada en la segunda, disponible para productoras interesadas en el proyecto.
En el ámbito de la narrativa, Andreu puede situarse en el marco de la literatura fantástica y distópica, y su originalidad dentro de la misma estriba en la inserción del lenguaje poético y en una búsqueda estilística que lo lleva a romper los fundamentos narrativos tradicionales mezclando géneros y explorando nuevas estructuras y recursos expresivos para conducir la trama.
Sin embargo, la obra culmen de Andreu es sin duda su último poemario, que constituye la crónica de sus días desde su diagnóstico hasta el «punto de no retorno». Si en sus poemarios y novelas anteriores Andreu nos transportó a mundos oníricos, lejanos o improbables fuera de la imaginación, con esta obra, escrita mientras miraba a la muerte de frente, nos descubre su entorno más real con una impresionante lucidez. La hondura filosófica de muchos de los poemas va más allá de la experiencia concreta de un enfermo de ELA. En tanto que narración cruda y vivida de la finitud, del imposible ideal de plenitud y perfección humanas, nos incumbe a todas y a todos.
Punto de no retorno a Pedro Andreu es también una obra de memoria: ante la muerte, la evocación de la infancia y la juventud, de los ciclos vitales que el poeta ha atravesado, se produce con total honestidad. Lo brutal resuena ahora más verdadero que nunca y, al mismo tiempo, también más sereno que nunca.
Además, está el mundo, tal como lo observa el poeta desde su cuerpo «zulo», el dolor de los otros, los paisajes desecados, la guerra de Ucrania. Y está también, muy presente, el humor negro que lo salva de colarse por el sumidero de la derrota.
Es, precisamente, la variedad de matices y atmósferas lo que permite al lector adentrarse hasta donde desee en la experiencia íntima del poeta y atravesar las dimensiones más descorazonadoras, compartir el dolor con la protección sutil que le brinda una lograda estética. Punto de no retorno a Pedro Andreu es, sobre todas las cosas, el acto poético como forma de encarar y asumir la existencia.
Con toda su obra, Andreu logró componer un estilo muy personal al que los tiempos modernos han sido bastante receptivos. Triunfó en las redes sociales y en los escenarios de librerías y cafés de moda a medida que los millennials, y luego los X, los Y y los Z, han ido haciendo propio y popular un género literario con frecuencia atrincherado en parnasos más o menos exclusivos.
Entre las experiencias vitales que marcaron su obra cabe destacar su encuentro y su amistad con el novelista Avelino Hernández, que lo lanzó por los caminos de la literatura, los dos años en que trabajó como cooperante internacional en Paraguay (1999-2001), su trabajo de noche durante más de diez años como integrador social en un centro de acogida para víctimas de violencia de género en Mallorca y su relación con Laura Pernía, a quien dedica la mayor parte de su poesía amorosa. Tristemente, también ha de citarse aquí la trágica enfermedad de ELA, que afrontó con admirable entereza hasta el final.
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Retrato © Laura Pernía
Texto (cc) Lola Illamel
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dicen (por mis redes sociales) que rusia
Gracias, buena información