Jean Giono es uno de los más grandes narradores franceses del siglo XX.
Tanto su historia como su producción literaria lo hacen singular, al punto incluso de haber sido bastante incomprendido en ambos terrenos.
Hijo de una lavandera y de un zapatero, Giono nació y vivió toda su vida en Manosque, pequeño pueblo de la Provenza, de la que jamás se alejó, salvo cuando fue obligado a combatir en Verdun, durante la Primera Guerra Mundial. Esa experiencia hará de él un pacifista acérrimo, lo cual le ocasionará problemas al estallar la Segunda Guerra Mundial, tanto durante el periodo de la ocupación alemana como tras la Liberación, cuando se le acusó de colaboracionismo por no haber promovido la guerra contra Alemania (a pesar de la ayuda que prestó a la Resistencia).
Su refugio fue entonces la naturaleza de su Provenza natal a la que dedicó por entero su obra.
Tampoco esto se entendió de inmediato. Durante toda su vida, Giono fue encasillado como autor regionalista y ruralista, lo que demuestra hasta qué punto se ignoraba, en aquella época per-ecologista, que el carácter universal de su obra proviene, precisamente, de ese arraigo profundo a la tierra y al campo.
Jean Giono no era un intelectual. Su genio literario es innato. Es el Miguel Hernández francés de la novela. Su obra más conocida y más traducida en España es El húsar en el tejado, que cuenta el viaje de un joven italiano a través de una Provenza asolada por el cólera en el siglo XIX.
El resto de su narrativa es prácticamente inédita en castellano. Proponemos aquí posiblemente la primera traducción profesional libre de derechos de uno de sus relatos más emblemáticos, «El hombre que plantaba árboles». El autor lo cedió al dominio público en 1956 para promover el amor por los bosques. Una obra maestra.